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Charlie Chaplin vs. Charlie Aplin. Historia de un plagio cinematográfico

Foto del escritor: agoraprimeraenmiendaagoraprimeraenmienda

Cuando Groucho Marx vio por vez primera una actuación del entonces principiante Charlie Chaplin se dio cuenta de que había presenciado el nacimiento de una estrella.


"Al abandonar el teatro -recuerda Groucho Marx-, volví a la consigna para encontrarme con mis hermanos. Les conté que acababa de ver a un gran cómico. Lo describí… Un hombre diminuto con un pequeño bigote, un bastón, un bombín y un par de grandes zapatos. Luego me puse a andar por la consigna, imitándolo del mejor modo que pude. Cuando terminé mi entusiasta descripción de sus payasadas, mis hermanos tuvieron grandes deseos de verlo"


Por supuesto la premonición de Groucho Marx era certera. No pasó mucho tiempo hasta que aquel cómico se convirtió en un auténtico portento cinematográfico, primero merced a sus cortometrajes, luego con el mediometraje "El chico" (The Kid, 1921), y finalmente con sus largometrajes, que se contaron entre las obras maestras del séptimo arte. Uno puede hacerse una idea del éxito del actor teniendo presente que en sólo diez años pasó de cobrar 15 dólares semanales por película, a 1250 dólares. Y no había alcanzado el techo ni mucho menos. Cuando empezó a trabajar para Mutual en 1916 sus emolumentos ascendieron a 670.000 dólares anuales, convirtiéndose en el actor mejor pagado del mundo.


La proyección internacional de sus filmes resultó igualmente extraordinaria. Sin ir más lejos, en España se convirtió en un auténtico hito, y la prensa (al margen de su sesgo político, desde "El Socialista" al ultraderechista "La Nación") cayó rendida a sus pies, al menos hasta las vísperas de la Guerra Civil, momento en que la derecha no perdonó ni la ideología de Chaplin ni su presunto judaísmo (que él mismo negó siempre). Hasta ese momento, las cuitas del personaje habían encandilado por igual a mayores y jóvenes, al punto de dar lugar a dos series de tebeos. El primero, titulado "Charlot. Semanario Festivo", fue publicado por la editorial M. Naverrete de Barcelona entre 1916 y 1924, alcanzando los 425 números; el segundo, "Charlot. El rey de la risa", lo editó El Gato Negro (futura Bruguera) también sita en Barcelona, entre 1928 y 1934 llegando a los 263 números ordinarios y seis extras. Con un título parecido ("Aventuras de Charlot, el rey de la risa"), la editorial Aurora publicó ocho cuadernos en 1923.

Portada de tebeo "Charlot. Semanario Festivo", número 12 (1916)
Portada de tebeo "Charlot. Semanario Festivo", número 12 (1916)
Portada del tebeo "Charlot. El rey de la risa" núm. 137 (1931)
Portada del tebeo "Charlot. El rey de la risa" núm. 137 (1931)

Como siempre ha sucedido, el éxito llama a la imitación. Y, lo que es peor, al plagio. Y por tanto Charlie Chaplin no tardaría en sufrirlo. Si el primero puede quizás enorgullecer al original, el segundo irrita, por cuanto entraña apropiación de propiedad intelectual ajena y aprovechamiento ilícito de ideas y trabajo originales. De ahí que aunque el émulo se admita, el plagio acabe dando lugar casi siempre a procesos judiciales.


Entre las más tempranas imitaciones de Charlie Chaplin pueden mencionarse las ocasionales interpretadas por Stan Laurel en 1915 (en un show teatral titulado The Keystone Trio) y la de Mabel Normand (Mabel's Married LIfe, 1914) que ha sido vista como una versión femenina del célebre vagabundo.

"Mabel's Married Life" (1914), cinta en la que Mabel Normand compartía protagonismo con Charlie Chaplin.

Más allá de estos esporádicos émulos de Chaplin, el primer gran imitador suyo fue Billie Ritchie. Su primera película de esta guisa fue Love and Surgery (1914), en la que su apariencia y actuación se hallaban claramente inspirados en el célebre comediante. La dirección correspondió a Henry Lehrman, quien había dirigido al propio Chaplin en alguna de sus primeras películas, para formar luego su propio estudio, L-KO, dedicado en buena parte a producir cortometrajes imitando al célebre comediante. Y nadie como Ritchie para tal cometido.


¿Por qué lo permitió Chaplin? Quizás porque en este caso resultaba difícil saber quién había copiado a quién. Ritchie y Chaplin habían coincidido en el espectáculo teatral londinense dirigido por Fred Karno. De hecho, Chaplin sucedió a Ritchie en sus espectáculos, y posiblemente hubiese imitado algunas de sus particulares mímicas. El propio director de L-KO también había tenido su parte en el diseño del personaje de Charlie Chaplin, así que aquello era después de todo un "do ut des". Se trataba de aceptar las reglas de juego.

Billie Ritchie.... ¿émulo o inspiración de Charlie Chaplin?
Billie Ritchie.... ¿émulo o inspiración de Charlie Chaplin?

En 1917 surgió un nuevo imitador, todavía más apegado a las actuaciones de Chaplin: Billy West. West no sólo tenía una apariencia muy semejante a la de Chaplin (incluida la indumentaria) sino que imitaba su lenguaje corporal, e incluso los temas y gags habituales en sus cortometrajes. La compañía King-Bee vio la posibilidad de negocio, y no tardó en contratarlo para protagonizar películas imitando a Chaplin; todos querían su parte del pastel. Tras veinticuatro cortos, West dejó de interpretar estos papeles, y King-Bee lo reemplazó por un nuevo actor, Harry Mann, que no dio la talla, por lo que pronto fue sustituido a su vez por el mexicano Charles Amador, contratado para realizar una docena de películas.


Escena de Billy West en el cortometraje "Black Stage" (1917)
Escena de Billy West en el cortometraje "Black Stage" (1917)

La primera de ellas, The Race Track (1920) presentaba a Amador con el nombre de Charlie Aplin. Con ello se habían cruzado todas las línas rojas. Amador no sólo lucía como Chaplin, no sólo imitaba perfectamente sus ademanes, sino que, además, se presentaba con un nombre que fácilmente podía confundir al espectador. Era algo que Chaplin ya no estaba dispuesto a tolerar, y emprendió acciones legales.

Charles Amador, caracterizado como "Charlie Aplin" (1925).
Charles Amador, caracterizado como "Charlie Aplin" (1925).

Viendo lo que se les podía venir encima, los abogados de Amador intentaron allanarse parcialmente a la demanda, admitiendo que en los sucesivo renunciaba a usar el nombre de "Charles Aplin" y cualquier otro que pudiera promover confusión. Así que la demanda quedaba reducida a determinar en qué medida la indumentaria y particularidades interpretativas de Carlie Chaplin podían considerarse protegidas por un derecho de propiedad intelectual que impidiese ser copiadas por otros intérpretes.

Charles Amador y la actriz Dolly De Wayne, antes del proceso judicial.
Charles Amador y la actriz Dolly De Wayne, antes del proceso judicial.

Cierta jurisprudencia había sotenido que las posturas, gestos y maneras características de interpretar debían considerarse publici iuris, esto es, no susceptibles de copyright (Bloom v. Nixon, 125 Fed. 977, 1903; Savage v. Hoffmann, 159 Fed. 287, 1908; Chappel v. Fields, 210 Fed. 864, 1914 y Whitmark v. Pastime Amusement Co., 298 Fed. 470, 479, 1924). A pesar de ello, los jueces también habían admitido que la imitación de esa gestualidad podría entrañar competencia desleal cuando su parecido fuera tal que pudiese confundir al espectador (Stevens Linen Works v. Don & Co., 121 Fed. 173, 1903).


En este punto debe tenerse presente que la tutela de la propiedad intelectual en Estados Unidos siempre se ha basado en un daño patrimonial. A diferencia de lo que sucede en Europa, en la que el daño moral forma parte de la propiedad intelectual, en la otra orilla del Atlántico sólo existe auténtica lesión de ésta cuando se demuestra un perjuicio económico. Para los estadounidenses la propiedad (incluida por tanto la intelectual) siempre presenta un contenido patrimonial, y por tanto sólo cuando se causa una lesión de esa misma índole puede considerarse que existe una conducta ilegal.


Los abogados de Amador esgrimieron el argumento de que ni la indumentaria ni los contorneos y gestos de de Chaplin eran genuinamentes suyos, sino que él los había tomado siquiera en parte de otros cómicos que le habían precedido (como el propio Billie Ritchie). La idea era mostrar la existencia de un acervo interpretativo al que el propio Chaplin se había sumado, negándole la exclusividad de los ademanes y vestimenta del personaje.


Finalmente, tanto el juez que decidió el caso (Chaplin v. Amador, 269, Pac. Rep. 544, July 30, 1928), como el tribunal de apelaciones (Chaplin v. Amador, 93 Cal. App. 358, 1928) fallaron en contra de Amador, en tanto que el Tribunal Supremo, al que recurrió Amador en última instancia, inadmitió su recurso en virtud del sistema de certiorari, que le permite decidir a qué casos atender.


Noticia del proceso judicial entrablado contra Charles Amador. Los Angeles Times (9 de septiembre de 1925)
Noticia del proceso judicial entrablado contra Charles Amador. Los Angeles Times (9 de septiembre de 1925)

El núcleo de las sentencias favorables a Chaplin incidían en que, aunque fuese cuestionable si él había sido o no quien moldease los ademanes e indumentaria característicos de su personaje, lo que resultaba fuera de toda duda era que había sido el primero en darlo a conocer (y popularizar) en el cine. Y eso le confería un derecho de propiedad intelectual sobre sus características intrínsecas que impedía que otros lo imitasen al punto de poder generar confusión. Definitivamente quedaba asentado que los gestos, la indumentaria y caracterización de un actor podían ser objeto de derechos para impedir cualquier émulo fraudulento. Muchos años después, lo mismo se aplicaría a los personajes de videojuegos.


La sentencia puso fin a la breve carrera artística de Charles Amador y su personaje Charlie Aplin. El juez ordenó además la destrucción de las copias de su película, The Race Track, eliminando todo rastro de aquella conflictiva interpretación.


 

Para saber más:

El encuentro entre Grocho Marx y el joven Charlie Chaplin se narra en las memorias del primero, Groucho Marx y yo. He consultado la edición española de TusQuets, Barcelona, 2002 (7ª edición).


La proyección de Chaplin en España en el primer tercio del siglo XX la narra Juan Francisco Fuentes en su última monografía, auténticamente extraordinaria: Bienvenido Míster Chaplin. La americanización del ocio y la cultura en la España de entreguerras, Taurus, Madrid, 2024.


Los datos sobre la primera filmografía de Chapin pueden verse en la interesante monografía de Lisa Stein Haven, The Early Years of Charlie Chaplin. Final Shots and First Features, Pen and Sword Books, Yorkshire, 2023. El caso de Amador y las imitaciones previas de Chaplin son narradas en detalle por David Kalat, Too Funny for Words. A Contrarian History of American Screen Comedy from Silent Slapstick to Screwball, McFarland, Jefferson, 2019.















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