Marisol supuso todo un fenómeno social en los años sesenta. Nunca una niña de tan corta edad había alcanzado un éxito tan arrollador como actriz y cantante en nuestro país. Éxito que traspasó las fronteras: con su primera película, protagonizada con tan solo 12 años, obtuvo el galardón en el Festival de Cine de Venecia a la mejor actriz infantil. Su precocidad motivó que la calificasen como la "Shirley Temple española", ganando una merecida popularidad que la llevó a estrenar sus filmes por medio mundo y a presentarlos en localidades tan distantes como Angola, Iberoamérica o Estados Unidos (donde intervino en el show de Ed Sullivan y conoció, entre otros, a la bailarina Ann Margret). Fue incluso tentada por Hollywood, y estuvo a punto de intervenir en una película con Orson Welles. Y ello a pesar de que la filmografía en la que participó durante su infancia -filmografía casi siempre almibarada, sobrada de sentimentalismo y lugares comunes- no resultase la mejor carta de presentación posible, y sólo se salvase precisamente por el buen quehacer (más en lo melódico que en lo interpretativo) de la emergente estrella.
El de Marisol fue, en definitiva, un éxito rotundo. De los que marcan época. Pero éxito forjado a través de una dura infancia, en la que su protector, Manuel Goyanes, la exprimió hasta el límite, convirtiéndola en un producto industrial del que ella renegó años más tarde, recuperado su nombre verdadero, Pepa Flores. Sorprende que una frágil niña, desarraigada de su familia y que vivió tamaña explotación lograse luego desprenderse de esa absorbente tutela y se convirtiese en una mujer adulta de notable personalidad. O quizás fuera precisamente la situación vivida en su infancia (abusos físicos y psicológicos incluidos) la que le proporcionó esa coraza que lució sobre todo desde finales de los 70.
En el afán de aprovechar el éxito de la niña actriz, la editorial Bruguera comenzó a publicar en febrero de 1963 la colección semanal "Mundo Juvenil. Revista de los amigos de Marisol", que se prolongaría durante 57 números, hasta marzo de 1964.
La revista incluía historietas, reportajes, cartas de la artista, y un punto de encuentro del club de admiradores de la estrella, si bien a partir del número 28 aumentó el número de páginas para añadir chistes, pasatiempos y noticias de famosos. Lo que coincidió con una progresiva pérdida de presencia de la propia Marisol en la cabecera, empezando por la portada que dejó de contar, como hasta ese momento, con su efigie, para ser ocupada también con espontáneas de otras actrices y, sobre todo, de atractivos actores de Hollywood.
Aunque "Mundo Juvenil" no obtuvo el impacto de otras revistas femeninas como Florita, por sus páginas desfilaron destacados artistas y populares seriales. Entre los primeros, figuraron el talentoso Segura, el correcto Marcelo Guillamón y, sobre todo, la brillante Purita Campos, quien se convertiría en la más importante dibujante española de cómics para niñas. Entre las historietas, aparte de "La alegre pandilla" de Segura, destacaría la serie regular "Lander's School" (de Antonio Turnes y Manuel Cuyás), que luego pasaría a las revistas Sissi y Lili.
"Mundo Juvenil" fue concebida con un doble propósito. Por una parte, supuso una modesta plataforma a nivel nacional para promocionar más si cabe la ya exitosa figura artística de Marisol; por otra, pretendió difundir entre los lectores una serie de valores morales muy acordes con los clichés del franquismo y que supuestamente encarnaba la precoz actriz.
Por lo que se refiere al primer aspecto, la revista publicitó las películas y proyectos artísticos de Marisol, ofreciendo como primicia fotogramas, fotografías de los rodajes e incluso el argumento de los largometrajes (con "spoilers" en toda regla). Pero también contribuyó a reforzar la imagen que de Marisol ofrecía el cine: una niña dinámica, alegre, afable, con gran corazón y todo ello entreverado con una dosis de moderada y bienintencionada travesura. Es más, la publicación sirvió a un propósito con el que Goyanes estuvo especialmente empecinado, a saber: mantener a la muchacha anclada en la niñez, estirando al máximo su imagen infantil. En el caso de Goyanes este objetivo (obviamente comercial y crematístico, tratando de exprimir al máximo la gallina de los huevos de oro que había encontrado) resultó casi enfermizo en el momento en el que la muchacha empezó a entrar en la adolescencia y, por tanto, su cuerpo ya dejaba de ser el de una niña. Para disimular las curvas que delataban ese cambio se vistió a la joven púber con ropas holgadas, pero, cuando por circunstancias del guion no resultaba posible, se la sometía a la tortura de vendar sus pechos para aplanarlos. Torturas físicas que se añadirían a las psicológicas que habían ejercido sobre ella de más pequeña, como la de amenazar durante los rodajes con que no volvería a ver a su familia para provocar sus lágrimas en los momentos en los que el guion exigía que llorase.
Reportajes sobre el estreno de "La nueva Cenicienta", en primicia para los lectores de "Mundo Juvenil" antes de su estreno en los cines. (Hacer "clic" sobre la imagen para visualizar la galería de páginas)
Una de las escenas de "La nueva Cenicienta", con Marisol y el bailarín Antonio Ruiz
La revista siguió el "método de rejuvenecimiento Goyanes". Los dibujos en las historietas de Marisol (a cargo de José González Igual y de Marcelo Guillamón) la mostraban de la misma guisa que en las películas: con ropas amplias o con cuerpo infantilizado. Como también pueriles eran sus actitudes: nunca protagonizaba romances, sino que se limitaba a intervenir como celestina para emparejar a hermanos mayores de sus amigas. De hecho, confesaba que era muy joven para preocuparse por intereses amorosos. Del mismo modo, en los reportajes se mostraba a Marisol jugando con muñecas y en las entrevistas las respuestas de la chica eran adjetivadas por el reportero como "ingenuas", debido a su tierna edad. Cuando en el ecuador de la revista ésta se inclinó más abiertamente hacia el estándar de publicación femenina, y por tanto la presencia de romances resultaba inevitable, se crearon historietas protagonizadas por personajes femeninos algo más adultos que Marisol, y alguno de los cuales parecía, en realidad, un clon suyo. Una "pseudoMarisol" que podía tener novios, cosa vedada a la auténtica.
Historietas románticas protagonizadas por personajes femeninos en la revista "Mundo Juvenil". Como se puede ver, algunos de ellos guardan una apariencia muy similar a la de Marisol, aunque con una imagen algo más adulta. (Hacer "clic" para ver la galería)
No obstante, ni Goyanes ni la revista pudieron perpetuar "sine die" esta falsa imagen de Marisol. En 1963 se estrenaba "Marisol rumbo a Río", y en ella ya se le asignaba un novio cinematográfico (en realidad, era pareja de "Mariluz", supuesta hermana gemela de Marisol, ya que la actriz interpretaba dos papeles simultáneamente), algo de lo que la revista daría buena cuenta. En su siguiente filme, "La nueva Cenicienta" (1964) la propia Marisol (y no una hermana ficticia) sería emparejada con el artista estadounidense Robert Conrad. En consecuencia, en sus páginas empezó a mencionarse (eso sí, con tacto, que no era cosa de alarmar) que la niña ya se había convertido en una joven mujercita. Aun así, las historietas siguieron infantilizando a Marisol. Nada que ver con la vida real de la actriz: en 1964, cuando la revista seguía ofreciendo esa versión infantil, la joven ya había empezado a consumir cannabis. Es más, fue ella quien se lo dio a probar a su compañero de reparto en "La nueva Cenicienta", el bailarín Antonio Ruiz Soler, veintisiete años mayor que ella.
Portada y noticias sobre "Marisol rumbo a Río" (1963) y los primeros novios cinematográficos. (Hacer "clic" para visualizar la galería)
Marisol interpreta unas "Guajiras" en "Marisol rumbo a Río" (1963), baile al que la revista había dedicado tanto una portada como un reportaje.
Pero, como ya se ha dicho, la revista no se limitó a servir al propósito propagandístico del producto mercantil que Goyanes había forjado. También pretendió inspirar en los jóvenes una serie de valores que encarnaba la Marisol cinematográfica. Algo que no sólo contribuía a lustrar más al mito construido por el protector de la joven estrella, sino que resultaba armónico con la normativa que entonces regía sobre las revistas destinadas a la infancia y juventud; normativa que les imponía una orientación moralizante que Marisol parecía personificar a la perfección.
En efecto, las Normas sobre Prensa Infantil, acoradas el 21 de enero de 1952 en el momento de constituir la Junta Asesora de Publicaciones Infantiles, imponían una serie de contenidos que se plasmaron en "Mundo Juvenil" y que se hallaban claramente inspirados en el ideario nacionalcatolicista. Éste no sólo exigía ciertas cortapisas católicas (eliminación de elementos paganos), sino que se reflejaba en la propia moral impuesta a las publicaciones destinadas a la infancia y juventud: no debían exaltarse actos inmorales, ni representar a niños díscolos, desobedientes o de falsa virtud. Los jóvenes mostrados en esas revistas debían respetar la familia, y la autoridad (paterna, de maestros, sacerdotes y personas mayores). Para las publicaciones dirigidas a un público entre 10 y 14 años se impedía además cualquier atisbo de sexualidad o historias que mostrasen derrotismo.
En 1955 estas normas se ampliaron a través de un Decreto y una Orden que modificaban sensiblemente la composición de la Junta Asesora. El aspecto más notable derivaba de la imposición de que las revistas especificasen el público al que iban dirigidas: Revista Infantil (para niños y niñas pequeños), Revista para los Jóvenes (para adolescentes varones) y "Revista Juvenil Femenina" (para chicas adolescentes). En realidad, lo que la norma hacía era formalizar una distinción por edades y sexos que ya se hallaba arraigada en los tebeos españoles desde los años cuarenta. Pero la reglamentación de 1955 tampoco se olvidaba del contenido de las historietas, exigiendo que debía "acentuar el debido respeto a los principios religiosos, morales y políticos que fundamentan el Estado español". Esta previsión general se concretaba en una serie de imposiciones de contenido que afectaban a las revistas: la violencia tenía que ser reemplazada por la virtud, el amor, el entendimiento y la convivencia social; la bondad y la integridad moral siempre debían imponerse, y el respeto absoluto a la autoridad sólo podía encontrar, como razonable excepción, la de mostrar una "rebeldía noble".
"Mundo Juvenil" representaba un producto prototípico de esta normativa, y Marisol la protagonista idónea. Cumpliendo con la reglamentación, el propio título delataba sus destinatarios, el público "juvenil", pero a efectos de registro eso no bastaba, puesto que se consideraba que a partir de los 12 años las lecturas de los jóvenes debían ser diferentes según su sexo. "¿Para qué tanto tiro y cabalgatas en lecturas para niñas?", se había preguntado retóricamente José María Codón en "El Diario de Burgos". Y eso que Marisol mencionó en la revista lo mucho que le gustaría hacer una película de vaqueros...
Así que, puesto que las normas obligaban a distinguir las publicaciones por el sexo de sus destinatarios, en su interior "Mundo Juvenil" aclaraba que se trataba de una "Revista Juvenil Femenina". Aunque esta rigidez a la hora de clasificar las publicaciones resultaba un tanto incoherente en una cabecera dirigida a las huestes que admiraban a Marisol. Porque en ellas había tantos niños como niñas, como se reflejaba en la composición de los clubes de seguidores que la propia revista invitaba a constituir.
En los "grupos de amigos" de Marisol había tantos niños como niñas (Pinchar para ampliar las imágenes)
Es cierto, sin embargo, que "Mundo Juvenil" fue convirtiéndose cada vez más en la típica revista para niñas (según los estándares de la época, me refiero): anuncios de falsos collares de perlas, muestrarios de moda femenina (para las "amigas" de Marisol... que no era cosa de aconsejar a los amigos en tales menesteres), historietas románticas, chascarrillos de famosos de la farándula, y consejos hogareños varios. Seguramente, en el contexto de la época, algún muchacho sería visto con suspicacia cuando leía esa revista y no las aventuras de Roberto Alcázar y Pedrín, sazonadas con mamporros. Como exigía la forja del macho ibérico en aquella casposa época.
El ejemplo ético, cívico y cristiano que pretendía difundirse en la revista a través de la figura de Marisol se transmitía sobre todo en tres secciones: la historieta que en cada número protagonizaba la propia actriz, las cartas que (supuestamente) dirigía a sus seguidores (en realidad redactadas por el personal de Bruguera, entrenado para falsificar hasta la firma de Marisol), y las noticias sobre la vida artística y privada de la célebre intérprete.
La familia es uno de los aspectos más presentes en las historietas de Marisol que incluía la revista. Abundan las historias en las que tenazmente busca la reconciliación de los hijos con sus padres o abuelos, que la joven protagonista acaba demostrando que no son tan odiosos como sus retoños consideran. De hecho, Marisol es la encargada de hacerles ver que lo que sus amigas interpretan como rigidez de sus progenitores no es en realidad más que disciplina y afecto. Claro que las desavenencias familiares casi siempre son minucias de niña mimada, como que los papás no las llevan de vacaciones donde ellas quieren. Un problema con el que sin duda se identificaría el lector burgués.
Las historias de los tebeos seguían así exactamente las mismas pautas de las primeras películas de Marisol, en las que ella se convertía en la argamasa que recomponía familias de clase alta supuestamente ahogadas en conflictos internos. Lo hacía ya en su primer largometraje, Un Rayo de Luz (1960), encandilando a su huraño abuelo paterno y trayendo felicidad a su mansión, sobrada de reliquias y anémica de afecto. La misma fórmula que se repetiría poco después en Ha llegado un ángel (1961), donde la sencillez rural de Marisol era capaz de unir a su tío y primos, quienes la habían acogido en su casa (en un primer momento a disgusto) ante la orfandad de la chiquilla.
Por supuesto, la dedicación al estudio fue otro puntal en la revista, aunque en ese tema había que hilar fino para compaginar la imagen de una niña moderna y traviesa con la de hija formal, servicial y consciente del valor de la educación. Así que en las historietas y entrevistas siempre decía cuánto le aburría estudiar, sobre todo matemáticas, sólo para reconocer, acto seguido, que se trataba de un sacrificio imprescindible, porque la formación resultaba fundamental para los jóvenes.
La religión también ocupaba su lugar en la revista. ¿Cómo no? Había que formar a buenos cristianos, como exigía el canon del régimen. Es cierto que en este punto las referencias fueron menos habituales, para no espantar a la clientela con un aire catequético. Era preciso adoctrinar, pero sin aspavientos. En este caso, la estrategia consistía en retratar a Marisol en su vida cotidiana acudiendo a misa, como buena feligresa, y relacionándose con prelados. Igualmente se mostraba a la artista participando animosa en obras benéficas, y pidiendo a sus seguidores a que también lo hicieran, como correspondía a caritativas almas cristianas.
Marisol como buena cristiana (Hacer clic para ver las imágenes ampliadas)
El valor de la amistad fue sin embargo el punto cardinal de la revista. No en balde su subtítulo era precisamente "la revista de los amigos de Marisol". Las historietas de la actriz rara vez eran protagonizadas por ella sola: casi siempre se hallaba rodeada de sus amigas, a las que constantemente ayudaba a salir de embrollos variados: supuesta falta de afecto por los familiares, ausencia de estímulos, complejos físicos... La intervención de Marisol sobre sus amigas también las ayudaba corrigiendo su manera de ser y transformándolas en mejores personas: como modelo de virtud, lograba que dejasen de ser mentirosas, envidiosas, despreocupadas o indolentes.
La amistad también fundamenta la creación del "grupos de amigos de Marisol" promovida por la revista, que se organizaban, recibían su carnet y aparecían referenciados en la publicación. ¡Hasta disponían de un himno (entre Heidi y las juventudes fascistas), supuestamente compuesto por Augusto Algueró y que se les hacía llegar en un disco, interpretado por la propia Marisol! El éxito de la iniciativa fue extraordinario. Tanto que ni siquiera pudo cumplirse con la promesa de recibir una foto dedicada por la artista, incapaz de satisfacer a los más de dos mil grupos que se constituyeron en apenas unos meses. Aunque en realidad, los desbordados eran los integrantes del equipo formado por Goyanes: "las postales de mi fotografía que se enviaban a los que la solicitaban no las firmé yo nunca. En la oficina había uno que se había aprendido mi firma y estaba dedicado a la correspondencia casi exclusivamente", recordaría Pepa Flores tiempo después.
El objetivo de esos "grupos de amigos" formados en torno a la revista "Mundo Juvenil" no sólo era mostrar su adhesión a Marisol, sino relacionarse entre sí, fomentando la amistad recíproca, compartiendo experiencias y participando en actividades conjuntas. Algo así como un YMCA a la española.
A cambio, Marisol prometía reunirse con ellos cuando visitara su ciudad, algo que (aunque claramente impuesto por sus representantes) sólo pudo oficializar en alguna ocasión aislada debido a su apretada agenda (y seguramente en esas ocasiones no tendría ni idea de quiénes eran esos niños sonrientes e ilusionados a los que se le obligaba a recibir). Los grupos, además, debían inspirarse en los valores que se atribuían a Marisol, por lo que se les instaba a participar en actos de beneficencia, como también en la revista se informaba que habitualmente llevaba a cabo la propia actriz, e incluso traslucía en su fugaz aparición en la película "La historia de Bienvenido" (1964).
Reuniones de Marisol con miembros de sus grupos de seguidores. En ocasiones incluso se organizaban sorteos para cribar a los que tendrían el privilegio de poder encontrarse fugazmente con la actriz. (Pinchar en las imágenes para ampliarlas)
La película "Ha llegado un ángel" (1961) ya mostraba a Marisol creando espontáneamente un "grupo de amigos": unos jóvenes universitarios con los que compartía vagón y que la declaraban su "novia oficiosa".
Las (falsas) cartas manuscritas de Marisol también referenciaban esos grupos, respondían a sus preguntas y comentaban el contenido de alguna de las misivas que le dirigían. Todo ello fomentaba la sensación de complicidad y cercanía, de pertenecer a un "club" selecto de amigos de la joven celebridad que, de hecho, se quejaba de no poder atenderles personalmente como quisiera: de forma cansina en las misivas se decía cuánto lamentaba no poder reunirse con sus "amiguitos", que era lo que más le gustaría del mundo. Pura estrategia editorial, éticamente deplorable, para mantener a las huestes comprando la revista y esperando a ver si les acompañaba la suerte y en uno de los recurrentes sorteos que se hacían resultaban premiados con el privilegio de departir personalmente unos minutos con su ídolo, o de poder ir a recibirla al aeropuerto a la vuelta de alguna de sus constantes giras.
Los grupos de amigos creados a través de la revista, y cartas de Marisol dirigiéndose a ellos (pinchar en la imagen para ver la galería)
Todos estos valores (familia, educación, amistad) servían por igual para niños y niñas. Pero no olvidemos que se trataba de una revista femenina, de modo que necesariamente también debía promover aquellos otros que, según el régimen, resultaban inherentes a las mujeres. Así que se incluían reportajes en los que el periodista de la cabecera había encontrado casualmente a Marisol asumiendo sus labores del hogar, regando las plantas, cocinando... ¡A pesar de que las criadas de Goyanes no estaban de acuerdo en que realizase su cometido! Y, por supuesto, en los viajes la mayor afición de la chica era comprar ropa y bisutería.
Marisol ejerciendo de modelo femenino según la lógica del franquismo (pinchar en las imágenes para ampliarlas)
Al final, las ventas de la revista fueron menguando y ni la popularidad de Marisol, que todavía se perpetuaría hasta la década de los 70, fue capaz de evitar que se cancelase. En parte porque la imagen infantil de Marisol de la cabecera empezaba a desentonar con la que se veía en el cine. La actriz, ya inmersa en la adolescencia, se convirtió más en un objetivo de la prensa del corazón que en un producto vendible a través de viñetas, sobre todo si en éstas se renunciaba a mostrarla con la edad que realmente tenía.