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Fredric Wertham, el azote de los cómics (IV): Seduciendo inocentes

A comienzos de los cincuenta Wertham ya empezaba a sonar como un especialista en salud mental que informaba a los ciudadanos, en un lenguaje accesible, sobre los males psicológicos que supuestamente ocasionaban los cómics. No obstante, sus textos eran breves y se hallaban dispersos en diversas revistas de divulgación. Había llegado el momento de condensar todas esas ideas en una monografía. Y así concibió la obra que le proporcionaría fama y prestigio: Seduction of the Innocent (1954).


Aunque se trata de una obra constantemente citada por todos los conocedores de la historia del comic book estadounidense, lo cierto es que los detalles que la rodearon resultan mucho menos conocidos.


El anticipo de Seduction of the Innocent fue un artículo que Wertham publicó en Ladies' Home Journal con el atractivo título de "Lo que los padres no saben sobre los cómics" ("What Parents Don't Know About Comic Books", Ladies' Home Journal, Noviembre de 1953). Debido a que Wertham ya había ido labrándose un nombre en la campaña anticómic, este nuevo artículo (publicado además en una revista de gran tirada) tuvo un notable impacto y puso a los editores de cómic en pie de guerra. Dell Publishing, una editorial que publicaba cómics bastante inocuos (disponía por ejemplo de los derechos de los personajes de Disney) se dirigió a Curtis Publishing Company, la editora de Ladies' Home Journal, quejándose de que el artículo de Wertham le había ocasionado importantes perjuicios económicos, ya que había tenido que poner en marcha una "contracampaña" para desmentir las acusaciones vertidas por el psiquiatra.


Cuando llegó a oídos de los editores de cómic que Wertham estaba preparando un libro sobre su mundo empresarial, cundió el pánico. El psiquiatra todavía no había decidido el título; provisionalmente lo llamó All Our Innocents, pero sí disponía ya de una editorial dispuesta a publicarlo: Reinehart and Company. Y a ella se dirigieron iracundos los editores de cómics, sospechando que, a tenor de los leído en Ladies' Home Journal a modo de anticipo del libro, este último iba a resultarles muy dañino. En diversas misivas remitidas por editorales como National Comics, Magazine Management Company o Dell Publishing, advirtieron a Reinehart and Company que, en caso de que sus editoriales apareciesen citadas en el libro con acusaciones a sus productos, emprenderían acciones legales. Por su parte, George T. Delacorte, director de Dell Publishing, llegó a solicitar una entrevista personal con el editor del futuro libro, a fin de advertirle de la realidad del mundo del cómic, muy distante según él al infierno de Dante que retrataba el "agitador psicoanalista",como Delaconte denominaba a Wertham.


Las amenazas surtieron cierto efecto. El contrato que Rinehart and Company había suscrito con Wertham ya hacía a este último responsable de cualquier demanda de difamación o libelo que pudiera traer consigo la obra, pero aun así el editor contrató un despacho de abogados a fin de que examinaran los riesgos reales que acarreaba la publicación. La respuesta del gabinete corroboró las sospechas: "la posibilidad de demanda por libelo, difamación y daño a negocio es efectivamente grande", concluía su análisis. El despacho jurídico, con perspicacia, afirmaba que cualquier lector podría concluir del libro que todos los cómics, sin excepción, eran malos, y que sus productores eran "mercenarios e irresponsables". La única buena noticia de los servicios jurídicos derivaba de las carencias del sistema judicial estadounidense: la campaña anticómic había resultado tan activa y popular, que era previsible que un jurado popular sintiese simpatía por Wertham y desestimase una demanda por daños y perjuicios.


En todo caso era arriesgado depender de esta circunstancia, por lo que los abogados recomendaban que se eliminasen referencias expresas a personajes y editoriales, y se sustituyesen por expresiones genéricas. La editorial hizo caso a la advertencia, y redactó un breve memorándum dirigido al autor. En realidad, una primera edición apareció con referencia a las editoriales de cómics referidas en el texto, pero fue inmediatamente sustituida por otra en la que esa página se hallaba ausente.



Las dos páginas con referencias a las editoriales citadas, que luego fueron suprimidas. Fuente: Mycomicart.com

A pesar de lo anterior, Wertham no eliminó la referencia a muchos de los personajes más populares, como Superman o Wonder Woman, y aunque las editoriales no apareciesen expresamente citadas, resultaba fácil identificarlas.


El libro representaba una concatenación de ataques hacia las historietas sin dejar un solo aspecto por cuestionar. Tras analizar el objeto (capítulo I), el método de trabajo empleado (capítulo II), y justificar en términos generales el impacto del cómic en los niños (capítulo III), Wertham apuntaba a los diversos elementos negativos de aquellas lecturas, como el obstáculo que representaban para el desarrollo lector de los menores (capítulo V), su contribución a la delincuencia (capítulo VI) y su repercusión en el desarrollo psicosexual de los infantes (capítulo VII). El libro decía pretender el hercúleo trabajo de limpiar los establos de Augías... es decir, arrastrar todos los excrementos que eran los cómics.


La obra cuestionaba estas lecturas tanto por su forma como por su contenido. Respecto del primer aspecto adoptaba una perspectiva elitista (compartida por buena parte de la campaña anticómic) que consideraba que las imágenes propias de las historietas laminaban la imaginación y convertían a los niños en lectores perezosos. De hecho, Wertham hablaba de "lectura visual", para representar que en los cómics la letra impresa pasaba a un segundo plano, entorpeciendo las capacidades lectoras. El texto que acompañaba a las ilustraciones en las historietas, aparte de escaso, resultaba inane: plagado de jergas y, sobre todo, de interminables onomatopeyas que el psiquiatra despreciaba sin remilgos.


Pero era en las críticas al contenido de los cómics donde Wertham vertió sus más enérgicos ataques. Producidos por unos comerciantes sin escrúpulos, no había horror que no mostrasen, desde desviaciones sexuales hasta racismo, pasando por mostrar historias de pesadilla espeluznantes. Sin embargo, el punto neurálgico de la crítica de Wertham a los cómics era, sin duda, la dosis de violencia que exudaban; crítica en la que coincidía con el folklorista Gershon Legman, otro activista destacado en la campaña anticómic. Para Wertham el uso ilegal de la fuerza como medio para dirimir controversias era el elemento nuclear de casi todos los cómics. Por ello, por más que trataran de diferenciarse por su tématica, al final todos ellos eran en el fondo lo mismo: lo que él denominaba "crime comics".

El erotismo era uno de los aspectos más cuestionados por Wertham, refiriéndose en particular a los "headlight comics", es decir, "cómics de faros delanteros", como se conocía popularmente a las historietas en las que las chicas aparecían dibujadas con prominentes senos. El ejemplo que puso Wertham es paradigmático de ese género: Phantom Lady, dibujada por Matt Baker.

Wertham llegaba a considerar que los cómics eran los causantes de algunos tipos de delitos de lesiones antaño menos habituales, en particular el "daño en los ojos". En muchas historietas, advertía el psiquiatra, había una obsesión por clavar en los ojos de las víctimas cuchillos, jeringuillas, agujas o hierros incandescentes. Y ese tipo de conductas serían luego imitadas por los menores.

Imagen del delito de daño en el ojo referido por Wertham, y publicado en su libro. La viñeta procede de la historia “Murder Morphine and Me!” (True Crime Comics, núm. 2, 1947)

Este efecto imitación era precisamente el peor de los males que ocasionaban los cómics, a decir de Wertham. La constante presencia de imágenes violentas hacía que los niños las emulasen, lo que había conducido a un incremento de la delincuencia juvenil. En realidad, tal afirmación no se hallaba contrastada, ya que los datos estadísticos demuestran que en los años 40 y 50 no se produjo un especial repunte de la criminalidad perpetrada por menores, pero incluso John Edgar Hoover, al frente del F.B.I., insistía en lo contrario. Wertham llegaba a mencionar casos en los que los cómics instruían a los niños sobre cómo perpetrar actos delictivos, convirtiéndose así en "escuelas de crimen".


La imagen superior se corresponde con un plano incautado a menores, planeando un robo. El resto de la página muestra viñetas de "crime comics" en las que se relata la planificación de delitos. Página de "Seduction of the Innocent".

El texto estaba redactado con una prosa sobria pero muy accesible, huyendo de tecnicismos, y se acompañaba con una breve selección de imágenes escabrosas, alguna de las cuales ya había visto la luz en su artículo para Ladies' Home Journal y también se había empleado en el informe elaborado en un comité que el parlamento de Nueva York había organizado para debatir la relación entre cómics y delincuencia. Esas imágenes se convirtieron, para los historiadores del cómic, en el epítome de la intolerancia: muchas de esas capturas estaban descontextualizadas y, además, tampoco representaban necesariamente el contenido generalizado de los cómics estadounidenses. Pero si una imagen llamaba la atención, era la de un hombro en primer plano cuya musculatura, según Wertham, evocaba una pelvis femenina. Era el ejemplo del psiquiatra de lo que él denominaba "hidden pics", es decir, dibujos subliminales que los dibujantes incluían, con contenido erótico, y que repercutían en las mentes infantiles a nivel inconsciente.



La repercusión mediática de Seduction of the Innocent fue muy notable. Numerosos periódicos estadounidenses se hicieron eco del libro, que fue incluso reconocido como "libro del año". Su influencia se hizo notar de forma extraordinaria en el país, al punto de que las noticias sobre la perniciosa influencia de los cómics, y sobre todo las que los ligaban con casos de delincuencia juvenil, se duplicaron después de que el libro saliera a la venta, respecto de las presentes el año previo.


El libro traspasó además las fronteras de Estados Unidos y fue mencionado en otros países, sobre todo, como es obvio, del espectro anglosajón, donde su lectura podía resultar más accesible. De hecho, en países como Australia el libro de Wertham fue uno de los catalizadores de la campaña anticómic que, si bien ya estaba en marcha cuando se publicó, halló en sus páginas nuevo combustible para aumentar las llamas.


Aunque, como veremos en otra ocasión, no todo fueron buenas noticias para Wertham. Buena parte de sus colegas discreparon, y mucho, con sus conclusiones y, lo que posiblemente le dolió más, con sus métodos.

 

Para saber más:


Fredric Wertham, Seduction of the Innocent, Rinehart and Company, New York, 1954.


El libro de Wertham no resulta fácil de obtener en la actualidad; hay a la venta ediciones de segunda mano que alcanzan precios desorbitados. Por fortuna, puede consultarse en la magnífica web "Internet Archive" en la siguiente url: https://archive.org/details/fredricwerthamseductionoftheinnocent19542ndprinting


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